QUÉ ES EL MIEDO Y CÓMO AFRONTARLO
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30/09/2017El sistema inmune es el sistema que nos repara, que nos sana, y se activa principalmente por la noche, que es cuando recibe la mayor parte de la energía (en forma de glucosa) producida sobre todo por el hígado. Cuando el cuerpo está en equilibrio, el sistema inmune obtiene la energía necesaria y todo funciona sin problemas.
Pero por otro lado, hay situaciones como un intestino excesivamente permeable, unas encías sangrantes, grasa excesiva que activa la producción de interleuquinas…, o ¡una emoción no resuelta!, que pueden hacer que el sistema inmune se active crónicamente para intentar solucionar la inflamación de bajo grado que se produce, cronificándose en la mayoría de los casos porque no solucionamos la causa principal de estos desequilibrios.
Ésto hace que no tenga la capacidad de sanar ninguna otra cosa que aparezca en otro momento porque no tiene la energía necesaria, ya que está siendo consumida por la inflamación de bajo grado.
Cuando sentimos una emoción negativa muy intensa o continuada en el tiempo, se activa el sistema nervioso simpático, sube el cortisol, nuestro intestino retiene agua, sodio y glucosa… El sistema inmune pone en funcionamiento los mecanismos de los que dispone para intentar solucionar lo que interpreta como una herida que no logra encontrar.
¿Y por qué lo hace si no soluciona el problema? Pues porque es lo único que puede hacer. Es la única herramienta que tenemos para hacer frente a cualquier amenaza, sea del tipo que sea. Nuestro cuerpo no dispone de más recursos.
Cuando sufrimos de estrés emocional, el sistema inmune se ve amenazado y pone en marcha todo este sistema. Es decir, el sistema inmune se puede activar crónicamente de igual manera porque sangren las encías, como porque no lleguemos a fin de mes.
En el caso de las encías, hay diferentes herramientas a nuestro alcance para reequilibrar la microbiota bucal, por ejemplo, y que deje de suponer una amenaza, pero en el caso de estrés emocional, ¿cómo podemos revertir este proceso?
En primer lugar, dándonos cuenta de que hay «dos realidades», por decirlo de alguna manera.
Está la realidad externa, tal cuál es, sin interpretaciones mentales, y está la realidad captada y transformada por nuestra percepción, por nuestra mente limitada que está haciendo «ruido» todo el tiempo.
Ese ruido proviene de muchos sitios: del pensamiento rumiante, de la anticipación, de las expectativas creadas, de los recuerdos, de las emociones… y siempre trata de eludir y/o transformar el momento presente. Y la realidad es, que cuando cesa el ruido mental creado por nosotros y que altera la realidad a cada instante, el momento presente no condicionado es lo único que queda.
Cuando nos damos cuenta de que la realidad externa la podemos percibir con más plenitud cambiando esta realidad interna (o más bien percepción propia), se abre un mundo de posibilidades.
En mi consulta utilizo distintas técnicas para ampliar la percepción y bajar el estrés, unas más conocidas que otras, con resultados muy positivos. Una técnica que recomiendo siempre es el mindfulness (conciencia plena) o la meditación.
En oriente saben de los beneficios de la meditación desde mucho tiempo atrás. En occidente ha habido un redescubrimiento de los beneficios de esta técnica desde hace relativamente poco tiempo, sobre todo a raíz de los estudios publicados por Richard Davidson y Jon Kabat-Zinn.
https://link.springer.com/article/10.1007%2FBF00845519
A grandes rasgos, lo que sucede cuando meditamos es que una zona del cerebro llamada hipocampo aumenta su tamaño, cambia su anatomía y también su fisiología ampliando la capacidad de la corteza prefrontal. Así la realidad que percibimos se amplía, dejando de estar tan condicionada por la amígdala y aumentando la actividad del núcleo hipotalámico anterior y la actividad parasimpática.
LI=truehttp://journals.lww.com/psychosomaticmedicine/Abstract/2003/07000/AlterationinBrain%20andImmuneFunctionProduced.14.aspx
Es decir, cuando meditamos inducimos al cerebro a la relajación, las emociones dejan de generar comportamientos automáticos y aprendemos a gestionarlas mejor, aumentamos nuestra percepción y memoria y mejoramos la función inmune. Además, aprendemos a profundizar en nosotros mismos y a interiorizar partes de nuestro ser a las que sería muy difícil acceder de otra manera.
Ha sido comprobado que practicar 15 minutos de mindfulness durante 5- 8 semanas ya hace que nuestro cerebro se transforme. Los beneficios son a corto plazo, aunque cuanto más practiquemos mejores serán los resultados.
Cuando tenemos estrés emocional, nuestro cuerpo no funciona regularmente, especialmente el sistema inmune. Por eso es tan importante aprender técnicas para controlar el estrés y hacer lo que esté en nuestra mano para regularnos a nivel emocional. Estaremos más sanos ¡y más felices!
Tú tienes la capacidad de crear tu realidad. No lo olvides. Depende de ti.
Mar Tárraga