CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD
09/06/2017LOS PROPÓSITOS Y LAS ADICCIONES
24/06/2017Muchas enfermedades tienen su origen en un desequilibrio intestinal.
El intestino es uno de los órganos más grandes de nuestro cuerpo. Nuestro intestino delgado puede medir hasta 6 metros y el intestino grueso hasta 1,5 metros.
Es en el intestino dónde se absorben la mayoría de los nutrientes. Para que podamos digerir y absorber estos nutrientes necesitamos de las bacterias adecuadas para su digestión. Si no tenemos la bacteria que digiere un alimento, no podemos hacerlo y cuanta más cantidad de un alimento comamos, más cantidad de las bacterias que lo digieren tendremos en nuestro tracto intestinal.
Para que nuestro intestino esté sano es muy importante que las cantidades de unas y otras bacterias, así como de virus, hongos, levaduras… estén en equilibrio. Hay unos 100 billones de microorganismos en nuestro intestino, de diferentes cepas o familias (unas 400 especies distintas).
Dos tipos de bacterias son fundamentales en este microsistema, las firmicutes y las bacteroidetes. La proporción entre ambas debe ser regular. Se ha comprobado que una mayor proliferación de firmicutes se relaciona con obesidad, diferentes tipos de patologías autoinmunes, alergias, fibromialgia, eccemas, colon irritable, patologías neurológicas…
El hecho de que predominen unas u otras depende de los alimentos que comemos. Si en nuestra alimentación predominan los cereales refinados, azúcares, lácteos… aumentarán las firmicutes, y nuestra salud se resentirá provocando una disbiosis y una alteración de la barrera intestinal.
En cambio, si en nuestra alimentación predominan verduras, frutas, hortalizas, fermentados… plantas en general, aumentarán las bacterias más “saludables” y nuestra salud mejorará.
El intestino y el cerebro están íntimamente relacionados. Endocrina y neurológicamente. La mayor parte de la serotonina que fabricamos se hace en el intestino (80%-95%). La serotonina es la hormona que nos da felicidad, calma, que nos hace sentir en paz… Si nuestro intestino no está funcionando bien, no tendremos cantidad suficiente de esta hormona y nuestro estado anímico se resentirá.
Para fabricarla necesitamos sobre todo triptófano, un aminoácido que está en los huevos, la piña, papaya, plátano, carne de pavo…
La relación también es inversa, si nuestro estado anímico empeora, porque nos han dado una mala noticia por ejemplo, la inervación intestinal se verá afectada porque las conexiones nerviosas entre ambos son muy abundantes y probablemente si tenemos propensión a problemas intestinales, en ese momento nos darán síntomas.
Todos lo hemos sentido alguna vez, si estamos muy nerviosos por ejemplo, nos dan muchas ganas de ir al servicio en ese momento porque el intestino se sensibiliza y aumentan los movimientos intestinales que nos inducen a defecar.
También es importante que el intestino absorba los nutrientes que comemos. Si no está sano, porque está dañada su pared, o porque está inflamado por otra razón, no se absorberán los nutrientes necesarios para la salud y no tendremos los ladrillos que nuestro cuerpo necesita para construirnos. Podemos tener déficits de nutrientes aunque nuestra dieta sí los contenga.
Al igual que si no descomponemos intestinal y hepáticamente cualquier sustancia que ya no necesitamos, como hormonas, neurotransmisores, enzimas y otros químicos, éstos seguirán en la sangre haciendo funciones que ya no deseamos que hagan, provocando desajustes hormonales, nerviosos y desequilibrios químicos.
Se ha comprobado que en enfermedades como el Alzheimer, enfermedades autoinmunes como la esclerosis múltiple o la enfermedad de Crohn, e incluso en enfermedades neurológicas como el autismo, el intestino está especialmente dañado, al igual que la barrera hematoencefálica (la barrera que da permiso al paso de sustancias al cerebro), ya que se ha comprobado que son los mismos factores los que dañan ambas barreras.
Estudios de Dr. Perlmutter lo corroboran:
Otra cosa que sucede es que el hígado se sobrecargará si el intestino no está funcionando bien, porque hay muchas toxinas que no se evacuarán a nivel intestinal y pasarán al hígado.
De manera paralela, que el hígado y también el páncreas funcionen bien, es importante para que el intestino tampoco se sobrecargue ya que facilitarán su función digestiva.
Por todas estas razones, el intestino es uno de los pilares más importantes de nuestra salud.
La clave para mejorar/solucionar muchas enfermedades neurológicas, psicológicas o psiquiátricas pasa por mejorar la salud intestinal mejorando nuestra alimentación, evitando antinutrientes, así como pesticidas y antibióticos en la medida de lo posible.
Si hablamos de biodescodificación, el intestino es el órgano donde se “digieren” simbólicamente nuestras emociones. Cuando aparecen problemas intestinales estaría bien fijar nuestra atención en qué es lo que no hemos digerido de nuestro pasado o presente. Si hay alguna situación que nos hace sentir emociones que no queremos sentir o situaciones que no queremos afrontar, porque nos hacen conectar con la “porquería” que hay dentro o fuera de nosotros y no queremos ver ni afrontar y mucho menos, sentir.
Compartamos conocimiento para poder sanar desde la profundidad, afrontando y cambiando lo que consideremos necesario para mejorar nuestra salud. ¡Buen y consciente viaje!
Mar Tárraga