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20/10/2017El cerebro y el sistema inmune son los dos grandes sistemas del cuerpo. Ambos tienen prioridad para nuestro organismo y la capacidad de imponerse sobre los demás órganos para utilizar la energía disponible en beneficio propio. El sistema metabólico (el adipocito, del que se obtiene la energía) debe estar al servicio del cerebro durante el día y al servicio del sistema inmune por la noche para que todo funcione correctamente.
El biorritmo humano es de 12 horas, lo que es lógico teniendo en cuenta que nuestro origen es africano, donde hay 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad.
Para que todo funcione correctamente durante las horas de luz teórica debemos hacer toda la actividad que corresponda y durante las doce horas de oscuridad teórica cesaremos la actividad o haremos actividades que requieran poco esfuerzo físico ni intelectual. Es decir, si nos despertamos a las 8 a.m., nuestro día debería acabar a las 8 p.m., o por lo menos deberíamos disminuir la actividad que requiera y que dé más energía (hacer deporte, estudiar, trabajar, comer, beber…).
Para que nuestro cuerpo esté sano debe estar en ritmo. Hay patologías que se sabe que nos sacan de ritmo, unas nos adelantan y otras nos atrasan. Hay personas que son búhos y se sienten bien cuando trasnochan y otras que son alondras y están genial si madrugan. Para diferenciarnos, nos debemos preguntar: si no tuviera obligaciones, en vacaciones por ejemplo, ¿a qué hora me levantaría?. Las alondras se levantan temprano y se acuestan temprano y los búhos se levantan y acuestan más tarde. Es importante saber a cuál de los dos grupos pertenecemos para intentar hacer una vida lo más acorde a nuestro ritmo natural y así no enfermar.
Una de las estrategias más eficaces para entrar en ritmo es el ejercicio físico. Si somos alondras, lo mejor es hacer ejercicio por la mañana para entrar en ritmo y si somos búhos vamos a tener más energía por la tarde, por lo que rendiremos mejor si lo hacemos a partir de las 12.
Los beneficios del ejercicio físico se pueden comparar a los de la famosa polypill, que vale para todo. El ejercicio es el gran modulador metabólico y cerebral.
http://physiologyonline.physiology.org/content/28/5/330.short
Cuando nos movemos, hacemos que el músculo dé energía al cerebro, regulando así el biorritmo. Si además, el ejercicio lo hacemos en ayunas, el músculo va a utilizar como nutriente primero el glucógeno almacenado y después utilizará lactato, grasa… y todo lo que pueda utilizar para nutrirse, de esta manera hacemos que sea flexible, es decir, que no sólo utilice glucosa (lo que pasa cuando hay glucosa en sangre, después de comer), sino que haremos “que se busque la vida”, venciendo así la posible resistencia a la insulina.
Con respecto a ésto, es importante saber que cuando damos flexibilidad al músculo, se la estamos dando también al sistema metabólico, al cerebro y al sistema inmune. Hacemos que todos ellos puedan utilizar distintos nutrientes aparte de la glucosa y que se abran a más posibilidades: también psicológicamente, nuestra percepción del mundo se hace más amplia si nuestro sistema se flexibiliza.
El ser humano está diseñado para moverse: para buscar comida, para defenderse de animales que le puedan atacar, para buscar sexo…, para encontrar, al fin y al cabo, experiencias que le hagan nutrirse en todos los sentidos.
No movernos es un problema, porque nuestro sistema no está preparado para ello. No está preparado para aumentar la actividad de los ejes de estrés estando sentado. Ésto es algo completamente nuevo, hasta hace relativamente poco tiempo cuando estábamos estresados (aparecía un león en el horizonte) estábamos activos y preparados para luchar/huir/ quedarnos congelados ante la fuente de estrés. Hoy en día activamos los ejes de estrés y estamos parados frente a un ordenador, es un mensaje incongruente para nuestro cuerpo. Movernos, aquí sería una forma muy eficaz para acabar contra el estrés y más aún, contra la enfermedad.
Además, cuando activamos nuestro sistema osteomuscular, el músculo actúa en beneficio del cerebro, hace que éste se nutra de glucosa, ácidos grasos, cuerpos cetónicos… haciendo que funcione más ágilmente.
El ejercicio físico, más allá de ser utilizado para perder peso, es un remedio estupendo para problemas de cognición o memoria. Previene el deterioro cerebral prematuro. Se activa una hormona de crecimiento cerebral llamada BDNF, que aumenta la capacidad del cerebro de repararse a sí mismo y hace que crezcan nuevas neuronas (aumenta la neurogénesis).
Es un poderoso regulador epigenético, nos ayuda a que los genes que se expresen sean los que nos ayudan a estar jóvenes y saludables por más tiempo. Además reduce la producción de radicales libres y reduce la inflamación, factores clave en enfermedades crónicas.
El ejercicio físico ayuda también a desactivar el sistema de recompensa, hace que segreguemos dopamina, endorfinas e incluso morfina, haciéndonos sentir muy felices y con más energía después de movernos.
Además, cuando desactivamos el sistema dopaminérgico de la recompensa aumenta nuestra capacidad de intuición.
Hacer ejercicio en ayunas nos ayuda a vencer la resistencia a la insulina, hace que las células dejen de depender de la glucosa como principal y único nutriente. Cuando hacemos ejercicio en ayunas, al no disponer de glucosa en sangre, el músculo empieza a utilizar los depósitos de glucógeno almacenados en el músculo y cuando se acaban, empieza a betaoxidar grasas para utilizarlas como combustible y a fabricar lactoferrina, una sustancia del sistema inmune innnato que es una especie de “molécula maravilla”, nos protege y lucha contra infecciones diversas sin inflamarnos y sin dañar otros tejidos.
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0009898103005692
Movernos es la solución a muchos de los problemas actuales. Luchar contra la pereza es algo para lo que debemos entrenarnos mentalmente, pero cuando vencemos nuestra resistencia natural a movernos sin ser obligados, los beneficios que sentimos son tan inmensos que no querremos estar nunca más del lado del sedentarismo.
Mar Tárraga