EL ESTRÉS EMOCIONAL Y SUS EFECTOS EN NUESTRA SALUD
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10/10/2017Uno de los pilares de nuestra salud es la alimentación. Desde los distintos campos de la medicina, siempre nos hemos preguntado cuál es la forma más saludable de alimentarnos, qué alimentos hacen bien a nuestro cuerpo y cuáles no.
Comer es algo esencial para vivir, como respirar, relacionarnos, eliminar los desechos o movernos. Los nutrientes presentes en los alimentos que comemos son los pilares que utiliza nuestro cuerpo como combustible para construirse. Es incuestionable hablar de alimentación si hablamos de salud.
Y entonces, ¿qué, cómo y cuándo comer?, ¿es necesario comer cinco veces al día para estar saludable?. La respuesta es un no rotundo. Hay muchos estudios que nos hablan de los múltiples beneficios del ayuno intermitente. Aquí os dejo dos, de los muchos que hay.
http://www.pnas.org/content/100/10/6216.full
http://jap.physiology.org/content/99/6/2128.full
Cuando empezamos a hacer ayuno intermitente lo primero que recuperamos es la sensación de hambre real y de saciedad (también de sed). Es muy curioso darnos cuenta de que anteriormente hemos comido “porque era la hora” y no por tener hambre real.
Cuando estamos como mínimo cuatro horas sin comer, el adipocito (la célula grasa) entra en fase catabólica, se vacía y la energía sale a la sangre para que el organismo la pueda utilizar como combustible. Y cuando comemos entra en fase anabólica, se llena, recoge la grasa y las sustancias liposolubles de la comida.
Que el adipocito esté en ritmo y entre en estas dos fases a lo largo del día es muy importante, así como que nuestra dieta incluya alimentos ricos en grasas saludables como vitamina A, D, K, ácidos grasos omega 3, 6, 7, 9, ácido araquidónico,…etc.
Cuando comemos cinco o más veces al día estamos haciendo que el adipocito esté siempre en fase anabólica, siempre recogiendo energía, y así no puede nutrir al cuerpo, salvo por la noche que es únicamente cuando hacemos un ayuno de más de cuatro horas.
Además, si comemos tan a menudo, tenemos siempre glucosa circulante en la sangre e insulina para captarla, por lo que nuestro hipotálamo (la glándula reguladora de los distintos sistemas hormonales), como nos sobra energía, manda la orden de ahorrar al sistema metabólico, de convertir la glucosa en grasa, por lo que engordamos, y por otra parte nos volvemos resistentes a la insulina (que tiene efectos muy negativos para la salud).
La leptina es otra hormona que señala al hipotálamo cuando estamos saciados. La segrega el adipocito cuando entra en fase anabólica (cuando se llena) y marca al cerebro que hay suficiente energía disponible, por lo que nos da sensación de saciedad y dejamos de comer.
Si nos hacemos resistentes a la leptina, porque no hacemos caso a esa sensación o porque el sistema inmune ha provocado esa resistencia para obtener más energía para sí mismo, el síntoma inmediato es dejar de sentir saciedad cuando comemos. Podemos comer cantidades muy grandes de comida sin sentirnos llenos con el consiguiente aumento de peso y múltiples consecuencias para la salud.
La leptina es muy importante en nuestro eje HPG (el eje que controla la reproducción), aumenta nuestra líbido y regula la producción de estrógenos y testosterona. Cuando dejamos de ser resistentes a la leptina, recuperamos el apetito sexual, se regula nuestro sistema reproductor y pueden desaparecer problemas de fertilidad, por ejemplo.
También juega una función muy importante en la formación de hueso, evitando la descalcificación, osteoporosis, artrosis…
Se pueden hacer muchos tipos de ayuno intermitente, podemos comer una o dos veces al día, tres como mucho, siendo la última comida no menos de tres horas antes de irnos a la cama, para que la digestión haya terminado. De esta manera nos recuperaremos de la resistencia a la insulina y también recuperaremos la sensibilidad a la leptina, con lo que regularemos nuestro peso corporal y recuperaremos la sensación real de hambre y de sed, que cuando somos resistentes a estas hormonas hemos perdido. En la sociedad actual, de cinco comidas al día y atracones de comida no nutritiva la mayoría de nosotros somos resistentes a estas hormonas con las consiguientes consecuencias:
Síndrome prediabético, ovarios poliquísticos, alopecia, pérdida de sensación de saciedad y de sed, acné, miopía, skin tags (pequeñitas verrugas en la piel), acantosis nigricans (coloración más oscura de algunas zonas de piel como axilas, genitales…), pérdida de apetito sexual, pérdida de memoria, aumento de peso, infertilidad, descalcificación ósea… la lista es interminable.
Un inciso: si tienes más de cuatro skin tags en el cuello y algún síntoma de los mencionados es probable que seas resistente a la insulina y es importante para tu salud hacer cambios.
Cuando empezamos a disminuir el número de ingestas nos puede resultar difícil sobre todo al principio hasta que vencemos la resistencia a la insulina, porque al no haber glucosa en la sangre nos puede dar un bajón de energía hasta que el cuerpo empieza a hacer un cambio metabólico y a utilizar las grasas, pero nos podemos ayudar con suplementos como el magnesio, que nos va a ayudar a tener más energía hasta que las células superen la resistencia a la insulina.
El ejercicio físico en ayunas también nos va a ayudar a que el adipocito entre en fase catabólica rápidamente y el músculo pueda utilizar (betaoxidar) grasas. Si no estamos acostumbrados, debemos empezar a hacerlo muy paulatinamente por supuesto, y ayudarnos de ribosa y magnesio si lo necesitamos.
El mensaje que enviará el hipotálamo al cuerpo cuando hacemos estos cambios es el de utilizar las reservas de grasa puesto que no hay energía disponible, con lo que adelgazaremos, el cerebro estará nutrido y nuestro organismo estará en ritmo y saludable.
Cuestionar lo que nos han contado porque no nos está funcionando y sobre todo probar en nuestro cuerpo los efectos positivos del cambio es ser flexibles, una de las claves de la salud. Cambiar de opinión cuando comprobamos que nos estamos en lo cierto es un síntoma de sabiduría.
Mar Tárraga