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13/01/2018Son muchas las dudas que tenemos sobre el azúcar, los edulcorantes y el sabor dulce.
Pero, ¿qué es el azúcar?. El azúcar común (o sacarosa) es un disacárido, es decir, son dos moléculas unidas, una de fructosa y otra de glucosa. No tiene nada más, no tiene vitaminas, ni minerales, ni proteínas… nada que pueda ser beneficioso para nuestro cuerpo. Son básicamente carbohidratos de muy rápida absorción.
Se suele obtener de la caña de azúcar y de la remolacha, aunque de esta última en menor proporción. Todos los alimentos tienen azúcar (sacarosa, fructosa o glucosa) en mayor o menor medida, aunque los alimentos procesados la tienen en grandes cantidades.
Los efectos del azúcar en el organismo son varios, ninguno de ellos positivo, citaremos seis:
- Sube el índice glucémico rápidamente, provocado inflamación postpandrial, resistencia a la insulina y agotamiento del páncreas.
- Acaba con el microbioma intestinal. Tiene un efecto muy negativo en el equilibrio bacteriano, haciendo que proliferen un tipo concreto de bacterias no beneficiosas, llamadas firmicutes, y que disminuyan otras más saludables, desequilibrando así el microbioma con todas las consecuencias negativas que ello conlleva, de lo que ya hemos hablado en otros artículos.
- Hace que aumentemos de peso y se acumule grasa en los órganos. La glucosa de la molécula del azúcar suele ser utilizada por el cuerpo fácil y rápidamente, pero la fructosa del azúcar es un problema para el hígado, la convierte en un triglicérido, un lípido que contribuye al aumento de peso y a la acumulación de grasa alrededor de los órganos.
- El aumento del colesterol tiene mucho que ver con el consumo de azúcar. Los triglicéridos resultantes de su metabolización son transportados por moléculas de colesterol, por lo que a más consumo de azúcar, mayores índices de colesterol LDL.
- El aumento del ácido úrico está directamente relacionado con el consumo de fructosa en el azúcar. Cuando tenemos alto el ácido úrico en sangre, lo primero que deberíamos hacer es dejar de tomar azúcar.
- El azúcar refinado es el alimento ideal de cualquier tipo de cáncer. Las células cancerígenas de alimentan exclusivamente de glucosa en un ambiente de hipoxia, donde no hay oxígeno.
Siempre tendemos a pensar que el azúcar blanco o refinado es el más insano de todos, pero realmente la diferencia entre el azúcar blanco, el moreno, la panela, el azúcar ecológico… es mínima. Su composición química es la misma y sus efectos nocivos son exactamente iguales.
En el proceso de refinación del azúcar blanco se utiliza un derivado del azufre que daña el esmalte dental con lo que aumenta la incidencia de caries, el azúcar no refinado no contiene este ingrediente, que es lo único positivo de este tipo de azúcar, junto a que contiene algunos minerales y vitaminas que no se han eliminado en el proceso de refinación, aunque muy pocos realmente.
El efecto adictivo del azúcar es conocido, el cerebro tiene una manera de identificar el sabor dulce, es el llamado índice de dulzura. La glucosa tiene un índice de dulzura de 70. Todo lo que sobrepase la dulzura de la glucosa no va a ser captado por el cerebro y de esta manera no va a haber una retroalimentación, el cerebro pensará que no estamos tomando dulce y no se saciará.
Los edulcorantes artificiales o las sustancias con un índice de dulzura mayor que la glucosa provocan adicción porque el cerebro no se da por enterado. Los índices de dulzura de algunos edulcorantes son:
Sacarosa (azúcar): 100
Fructosa: 120
Aspartamo: 180-200
Sacarina: 300
Ciclamatos: 400
Estevia: 100-300
Acesulfamo-k: 200
Los edulcorantes artificiales han proliferado en el mercado porque se supone que nos dan el placer del sabor dulce y no tienen el efecto negativo del aumento de peso porque carecen de calorías. Lo que se ha comprobado últimamente es que la microbiota intestinal tiene mucha importancia en cómo absorbemos los nutrientes y en nuestro peso corporal.
Estos edulcorantes artificiales alteran el microbioma intestinal tanto como el azúcar, haciendo que proliferen las bacterias que son muy eficaces en la absorción de cualquier nutriente, de esa manera todas las calorías de los alimentos que ingerimos las metabolizamos muy eficazmente con la consecuencia inmediata de aumento de peso.
En cambio, si en la flora intestinal predominan otro tipo de bacterias menos eficaces, absorbemos peor determinados nutrientes y nuestras bacterias nos ayudan a mantener el peso.
No todo es una cuestión de calorías ingeridas-calorías consumidas, las bacterias que nos colonizan tienen mucho que decir en el mantenimiento del peso corporal.
No se trata de sustituir el azúcar por otro edulcorante para obtener el placer del sabor dulce sin consecuencias negativas, todo lo que hacemos tiene consecuencias, mejores o peores…
Tampoco se trata de engañar a nuestro sistema metabólico, cosa imposible de hacer por otra parte, sino de estar en equilibrio en todos los sentidos:
–No tener que recurrir al sabor dulce para obtener una recompensa en ningún sentido. Si nuestro mecanismo de recompensa cerebral está equilibrado no necesitaremos del azúcar para paliar carencias emocionales o de cualquier otro tipo, algo muy frecuente.
–Si tomamos azúcar o edulcorantes de vez en cuando, ¡no pasa nada!, siempre que estén dentro de una dieta equilibrada con cantidad suficiente de grasas saludables, proteínas de calidad, verduras, pescado… todo cabe si lo hacemos con la frecuencia y en la cantidad adecuada.
El equilibrio en el sistema de recompensa, la armonía en nuestra vida, es lo más importante para poder decidir libremente qué es lo que queremos que forme parte de nuestra dieta (y de nuestra vida) y qué no.
Mar Tárraga