¿DE QUÉ DEPENDE NUESTRA SALUD?
27/05/2017CIENCIA Y ESPIRITUALIDAD
09/06/2017Nuestros bebés tienen bastantes expectativas antes de nacer, sobre todo en cuanto a su entorno más cercano. Que se cumplan la mayoría de ellas es importante para que su salud no se resienta, ni en ese momento ni en la etapa adulta:
Espera que su padre esté presente en el momento del parto. Cuando la madre se pone de parto segrega una hormona llamada oxitocina que facilita el parto, además de otras feromonas específicas. Si el padre está presente, por empatía con su pareja, también segregará oxitocina y las mismas feromonas que mamá. Cuando el bebé nace, tiene las mismas hormonas que ellos, que ha recibido a través de la placenta.
En este momento se crea una familia. Es mágico. Bebé, papá y mamá exactamente en la misma sintonía y la magia de la vida haciendo su labor.
Esperamos nacer por vía vaginal. El primer contacto que tenemos con el mundo nos aporta defensas y nos estimula a fabricar células inmunes que necesitamos para sobrevivir. Estas células inmunes están presentes en la vagina de mamá. Si el parto es por cesárea o si hemos tomado antibiótico antes del parto (algo muy habitual hoy en día) el bebé carece de estas defensas y su desarrollo inmunológico será peor.
Sería beneficioso evitar tomar antibióticos en la medida de lo posible para que el bebé entre en contacto con nuestro microbioma desde el canal del parto. Pero si no nos queda más remedio que tomarlos, después sería interesante regenerar la flora con un pre/probiótico adecuado.
Cómo transcurre nuestro parto es importante para nuestro desarrollo músculo-esquelético futuro e incluso nuestro desarrollo emocional e intelectual. En un parto traumático o instrumentalizado corremos más riesgo de que se produzcan bloqueos osteopáticos en el bebé durante el parto (fijaciones craneales y de vértebras cervicales, sobre todo) que pueden derivar en problemas viscerales (intestinales con mucha frecuencia), intelectuales, de psicomotricidad… Si se sospecha que el bebé puede estar afectado por el parto, es importante visitar a un osteópata pediátrico que le pueda diagnosticar y tratar.
Esperamos ser alimentados por lactancia materna. A través de la leche de mamá obtenemos más defensas, la leche materna es muy rica en lactoferrina, una sustancia del sistema inmune innato muy beneficiosa, que nos defiende sin inflamarnos. Además, esta leche está especialmente diseñada para el bebé según sus necesidades en cada momento, con las cantidades adecuadas de todos los nutrientes.
Además de lo beneficioso que resulta el contacto directo piel con piel cuando damos el pecho: calma y serena a ambos, ayuda al desarrollo neurológico, cognitivo y físico del bebé, y refuerza la relación mamá-bebé. Si no es posible la lactancia materna, es importante hacer más hincapié en el contacto físico y que la leche de fórmula sea rica en lactoferrina, yodo, vitamina D, Omega 3… (añadiéndolo).
El bebé espera tener cantidad suficiente de proteínas para su desarrollo. Si sufre carencia de proteínas en el vientre materno o la mamá ha tenido mucho estrés (ha aumentado su cortisol y ha llegado al bebé), creerá que el entorno en el que va a nacer es de carencia (los aminoácidos son los que marcan un desarrollo adecuado en el bebé). Percibirá que habrá falta de alimento y un entorno agresivo y su configuración energética y metabólica cambiará: tendrá más porcentaje de grasa corporal para almacenar energía, su musculatura no estará tan desarrollada, sus órganos serán más pequeños de lo habitual, su cerebro será más grande porque necesitará ser más inteligente en un medio hostil y tendrá muchas posibilidades de nacer con resistencia a la insulina.
Esta configuración energética “especial” puede suceder hoy en día si la alimentación de la madre se basa en hidratos de carbono. Además no la saciarán tanto como las proteínas, engordará más en el embarazo y el bebé nacerá con bajo peso.
Estos bebés, además, tienen la complicación añadida de que nacen en un mundo todo lo contrario a lo esperado, con abundancia de alimento, por lo que serán personas con tendencia a engordar y enfermarán con más facilidad si no se hacen conscientes.
La solución está en que nuestra alimentación estando embarazadas se base en las proteínas y en las grasas saludables, no en los hidratos de carbono. Comer pescado sobre todo, para que nuestra tiroides no sufra y no tengamos problemas en el futuro, grasas saludables que provengan también del pescado y la carne de ave, aguacates, nueces… y evitar los azúcares y los hidratos de carbono refinados.
Después, en los primeros años de vida, nuestro sistema inmune se tiene que configurar correctamente. Si se toman muchos antibióticos, crearemos una flora bacteriana deficiente. También si tenemos una infancia estresante o si nuestra alimentación no es adecuada, vamos a crear heridas crónicas que harán trabajar de manera continua a nuestro sistema inmune y no será todo lo eficaz que puede ser.
También esperamos tener variados estímulos que nos hagan crecer y aprender y que nuestros padres estén a nuestro lado. Papá nos da seguridad y un punto de apoyo para descubrir el mundo y mamá nos da protección y cuidado cuando nos caemos en cualquier sentido (los roles pueden no coincidir con el sexo).
Necesitamos que nos miren, el contacto visual hace que el niño se sienta presente en la realidad de sus padres, el niño es reconocido por sus padres a través del contacto visual. Es una parte esencial de nuestro proceso madurativo.
Necesitamos también que nos hablen cariñosamente y estar en movimiento, ser balanceados (rocking en inglés). El movimiento nos da seguridad, sentimos que estamos siendo acarreados por nuestra madre y no nos han abandonado por el camino.
El bebé necesita de sus padres para sobrevivir, su mayor miedo es ser abandonado.
Necesitamos estar en contacto con los “old friends”, sustancias ambientales presentes desde siempre: polvo, tierra, bichitos… sustancias que hacen que nuestro sistema inmune se configure correctamente. (Y mejor si nos alejamos lo que podamos de los “new friends”: plásticos, pesticidas, gases contaminantes… que hacen que el sistema inmune se configure incorrectamente).
Realmente, resulta más sencillo cuidar a un bebé si nos dejamos llevar por nuestra intuición que si teorizamos, la sabiduría ancestral presente en todos nosotros nos lleva a ello:
Cogerle si llora, hacerle mimitos, mirarle, llevarlo con nosotros, darle cositas ricas y sanas de comer, dejarle jugar en el parque…, y quererles mucho.
Las normas se establecen más adelante, cuando el bebé es más autosuficiente, que suele ocurrir cuando aprende a caminar, sobre el año de edad.
Sobre este tema podemos extendernos muchísimo. Mi intención con este pequeño resumen es dar a conocer algunas pautas para que estemos sanos desde nuestro nacimiento e incluso poder intervenir desde antes siendo conscientes. ♥
Mar Tárraga